Por: Iván Prado Sejas – Escritor y Psicólogo
Fuente: http://venenolundico.blogspot.com/2012/11/por-que-se-gana-o-se-pierde-en-los.html
Uno de los trampolines para dar un salto en el campo literario es el
concurso literario (local, nacional o internacional) que otorga premios y
posibilita la publicación y difusión de obras (novelas, cuentos y
poemarios). Existen n cantidad de certámenes literarios en el mundo, y
en Bolivia algunos pocos (muy pocos se podría decir, teniendo como
referencia a España donde salen publicados más de mil concursos
literarios al año).
Los premios otorgados movilizan a los escritores, tanto noveles, de
mediano recorrido y a los consagrados.
El ganar un premio en Bolivia, significa para el escritor (ya sea novel
o de mediano recorrido), una especie de “confirmación” que le da sello
de que es un buen escritor. Esto siempre y cuando la organización del
concurso literario haya estado dentro lo normal y el jurado esté
compuesto por personalidades reconocidas dentro de la literatura. Los
escritores noveles y de mediano recorrido que se benefician con el
galardón, tienen abierto una senda que les puede conducir al éxito como
escritores (siempre y cuando persistan con la escritura). Por cierto, en
otros países, recibir premios de competencias literarias puede no
significar nada, y en función de esta realidad, muchos de los grandes
escritores jamás participaron en concursos literarios. Y también, hay
casos paradójicos de personas que recibieron premios literarios, pero
que jamás llegaron ser escritores consagrados.
Asimismo, en la realidad boliviana, puede suceder que alguna obra
gane un premio literario, pero no necesariamente significa que esa obra
sea buena, puesto que se suceden una serie de cosas extrañas en el
recojo y registro, en la lectura y evaluación, y en la selección misma
de la obra “ganadora”.
Personalmente, en mi calidad de escritor, parto de la “premisa” que si
una obra no es premiada en un concurso literario, significa que no
reúne las condiciones para ser galardonada, entonces, esto involucra que
se debe aceptar el resultado. Esto pienso en primera instancia (de
buena fe) y a partir del resultado, lo que queda al perdedor es
prepararse para después y mejorar cada día más, para otro concurso (si
es que desea presentarse a otro concurso literario).
Sin embargo, a partir de la opinión y de la información recogida de
escritores que han concursado, de personas que han fungido de jurados
literarios y de una breve investigación que mi persona ha realizado,
puedo también señalar varias situaciones para que un escritor
concursante no sea ganador de un premio literario. Un escritor puede no
ganar un certamen literario, porque:
1) Su obra no reúne la calidad suficiente para ser premiada. El jurado
ha estado compuesto por personajes importantes en el ámbito literario,
con criterio técnico y estético. La editorial respeta el criterio del
jurado, y publica, promociona y vende la obra ganadora; además, se
beneficia económicamente. Entonces, lo que le queda por hacer al
concursante no premiado es aceptar el resultado y que eso le sirva de
acicate para mejorar.
2) Ya se sabe con anticipación qué obra será la premiada. Poco importa,
la calidad de la obra seleccionada como ganadora, y tampoco interesa la
frustración de los escritores perdedores. Esta situación puede tener
sus peculiaridades:
a) La editorial decide qué obra va ganar en función del mercado y de las
utilidades económicas que desea obtener con la venta de la obra, y por
esto coloca a empleados o dueños de la empresa, como jurados, o;
b) Existen logias de escritores que hacen de jurados, y que favorecen
directamente a los miembros de la logia, o también se puede dar posturas
localistas de escritores que favorecen al escritor del lugar,
o;
c) Algún miembro o varios miembros del jurado defienden a capa y
espada a algún escritor que es conocido (amigo o pariente), que se
presentó al concurso, y que lo identifican por el estilo o porque ya
saben de antemano de quien se trata, o;
d) Habiendo abierto el sobre del
ganador, el jurado (influido por alguno o algunos) decide anular la
obra ganadora (y la reemplazan por otra) porque: el escritor
identificado es enemigo, es de otra región, es un autor que ya recibió
premios, es de una tendencia política opuesta, es un pensador
independiente, es “octogenario” o es demasiado joven, o;
e) Tendencia
sexista o racista de parte del jurado. En algunos lugares, todavía el
jurado menosprecia el trabajo de escritoras por ser mujeres y da
preferencia al trabajo de varones. Y también se da el caso de jurados
que rechazan las obras de escritores indígenas o con ascendencia
indígena. Los textos de los escritores que apellidan Condori, Mamani,
Huanca, Sumami, Charupa, etc., no son aceptados. Alguien preguntará:
¿Y para evitar todo eso, no se usan seudónimos? La respuesta es simple;
se abren los sobres de los concursantes con la debida anticipación o los
postulantes a “ganador” avisan a sus padrinos sobre el seudónimo que
están usando.
3) Su obra es calificada sin criterio técnico o estético, puesto
que el jurado está compuesto por gente que no tiene la preparación
suficiente. Entonces, se premia cualquier obra, sin importar la calidad
literaria.
4) Su obra no es leída, puesto que se presentaron cientos y cientos
de concursantes. Los organizadores desechan o mantienen las obras con
criterios cuantitativos (por el exceso en el número de obras
presentadas), o sea, dejan de lado obras por procesos nada literarios.
La selección es al azar. El que tiene “suerte” podrá tener a su obra
como elegida para ser leída y calificada por el jurado.
5) El concurso era internacional o nacional, pero en la selección de
obras a ser leídas y calificadas, los organizadores o el jurado sólo da
prioridad a las obras de autores nacionales o locales, respectivamente;
entonces, su obra es desechada.
6) Muchas veces, a las competencias se presentan escritores
consagrados y acaparan los premios. En Bolivia, son tan pocos los
concursos literarios que se realizan que los premios sólo caben para
pocos literatos; entonces, si se presentan a los mismos los buenos, es
probable que ganen y dejen de lado a los noveles autores o con cierta
trayectoria. También ocurre que la escritura no rinde rédito a ningún
escritor, o sea que ningún autor boliviano que sólo edita libros en
Bolivia, vive de la literatura; entonces, algunos escritores, de
trayectoria, se presentan a los certámenes por el estimulo económico,
por eso, algunos ya van por el segundo, tercer o cuartos premios
ganados. Acá no hay nada que hacer, ni siquiera ponerse a llorar,
puesto que los consagrados tienen también derecho a presentarse a los
concursos, si es que no hay nada al respecto en la convocatoria.
Y si esto se mantiene así, los escritores noveles o de mediana
trayectoria están liquidados en los certámenes literarios, o sea, quedan
eliminados antes que se lean y califiquen sus obras.
Entonces, son varias las causas que generan que los escritores ganen o
pierdan en los certámenes. Si los concursos son bien conducidos,
entonces, para el escritor presentar su obra a una competencia literaria
es todo un desafío (sobre todo para los noveles y de mediana
trayectoria), y puede significar mucho el ganar. Si gana, su obra es
valorada y sale a la luz pública como un aporte a la cultura nacional.
Para los consagrados que se presentan después de mucho tiempo a un
concurso y ganan, seguramente el ganar involucra una cierta renovación.
En todos los casos, la obra ganadora es publicada y el lector disfruta
de su lectura. Las editoriales se benefician también económicamente.
Si el escritor gana en un concurso mal llevado, entonces, existe la duda
sobre la calidad de su obra. Aunque la editorial publique el libro, se
sabe que es simplemente una producción para rendir utilidad económica o
es fruto de un “chanchullo”, y la misma no es un aporte a la cultura del
país. Para el escritor perdedor que no se entera de los manejos
inadecuados, seguramente el concurso será uno más en su vida. Para el
escritor perdedor que se entera de las artimañas, la frustración, la
rabia, la tristeza y la impotencia son sentimientos que emergen en un
país donde todo puede ocurrir. Entonces, hay concursos y “concursos”. Y
uno llega siempre a saber lo que sucedío.